CANTE MINERO (Poema para celebrar el DÍA DE ANDALUCÍA en Peñarroya-Pueblonuevo)


CANTE MINERO

Apenado silencio y sombra oscura.
Quemando con su angustia la esperanza,
húmedo fuego de profundas simas.

Y la fiebre ciñéndose al espanto
-impaciencia de esperas y temores
arbolando de dudas el espíritu-.

Cantar de los infiernos, sin estrellas
ni lunas ni misterios; vagabundo
de la aurora con lámpara de miedo
hundiéndose en abismos de negrura.

Lamento de la noche, pasmo y grito,
libélulas de brillos indelebles.

Un reflejo del alma tan sonoro,
que extiende su sentir hasta la muerte.



DATOS DEL AUTOR: Juan Velasco (Fernán Núñez, 1938). Ha publicado los siguientes libros de poesía: Luces de espejos en el alma (Cajasur, 1991), Sur (Cuadernos de Ulía, Fernán Núñez, 1993); Cuando gemido me siento (poesía flamenca) (Diputación de Córdoba),; y una Antología de letras flamencas. Es colaborador habitual en revistas y periódicos sobre flamenco.

COMENTARIO: Para celebrar el Día de Andalucía, podemos recuperar un poema que hable de una de las manifestaciones artísticas más universales de nuestra tierra: el flamenco. Además, hemos escogido un poema que relacione el flamenco con parte de la identidad de Peñarroya-Pueblonuevo: la minería.Y hacerlo además con un poeta cordobés. Y al hacerlo, como si nada, se conjugan muchas de las circunstancias que hacen que este arte sea universal. Y así, un hombre que entiende qué es el cante jondo, lleva a otro al "cantar de los infiernos", rememorando mediante palabras y garganta, la dura vida de los mineros: "Lamento de la noche, pasmo y grito". Ese quejío que hace estremecer en lo más íntimo al que escucha el cante minero, ese en el que es necesario aspirar antes de terminar el último verso. ¿O es que alguien puede leer, sin pararse siquiera un instante, los últimos versos del poema de Velasco: "Un reflejo del alma tan sonoro,/ que extiende su sentir hasta la muerte"? Yo no puedo.

(P.D.: No quiero dejar de apuntar una anécdota de una CARTAGENERA, de José Cenizo Jiménez. El poema dice: En el campo luce el sol,/ en los mares corre el viento,/ pero en la mina ni Dios/ no los santitos del cielo/ se acuerdan de los mineros./ ¡Qué negritos es el carbón,/ qué pena la pena mía! Cuando cojo mi farol/ me va tragando la mina/ y le voy rezando a Dios". Pues bien, Calixto Sánchez, al interpretarla, con su duende, cambia el final del texto y canta: "me va tragando la mina/y le doy gracias a Dios". Puede existir más arte y más hondura que este pequeño cambio, que todo lo cambia... ¡Viva el flamenco y sus artistas!)

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