CUCARACHAS EN LA FRONTERA
Al madrugar un día, en la hora fronteriza, cuando enciendo la lámpara, descubro la invasión. Están por todos lados y me escrutan, relucientes y negras, hermosas a su modo subterráneo. Entonces, ¿qué me pasa? Desenfundo y empiezo a ametrallarlas con el insecticida, una por una, a bocajarro, sordo a mi instinto de paz, mi presunción de hombre dialogante, el miedo a envenenarme envenenando. Acabo y, solo entonces, poco a poco, voy volviendo a ser yo. Ante mí, sobre el campo de batalla, reina el silencio, apesta con su perfume aséptico la muerte. Me noto el dedo índice mojado y sé que aunque me lave y enjabone no borraré el estigma. Los campos de exterminio, las matanzas de indios, japoneses e iraquíes, desde la Iliada al videojuego último, empezaron así, con este mismo impulso de un humano que siente repugnancia, un miedo indigno, y se aferra frenético al gatillo creyendo que es la mano de mamá. DATOS DEL POETA : Arturo Tendero (Albacete en 1961) es periodista, escritor y crítico lit...