CAYUCOS
DATOS DEL POETA: Antonio Carbonell Antonio Carbonell (Granada, 1961). A principios de los 80 coordinó la revista La Orilla, en Roquetas de Mar, población donde ha vivido más de cincuenta años, antes de volver a Granada.
Como poeta ha sido antologado, entre otras, en Lo demás es oscuridad (Destello-Artefactos, Almería 2013), La honda presencia (Munira. Almería 2013), Libertad tras las rejas (Almería 2013), Dulces Tardes Poéticas (Almería 2015) y Una tarde con Celia (IEA, Almería 2015) también en 5 A LAS 8. Coordinó la antología Poetas en el Museo. (Letra Impar. Almería 2017). Humuvia. (Alhulia, Salobreña,2024). Poemas para Sierra nevada y La Alpujarra, (Ed. Comares. Albolote, 2024). Sus poemas y relatos han aparecido en diferentes publicaciones nacionales y latinoamericanas.
Como narrador ha obtenido diferentes reconocimientos.
El mar es el elemento principal: símbolo y frontera. Es horizonte y abismo, promesa y amenaza. Las “montañas de agua y egoísmo” que el poeta menciona no solo son olas, sino también la indiferencia, las políticas cerradas, el miedo a lo diferente. Frente a ese mar hostil, el poeta levanta su palabra como un faro, como una forma de resistencia. Porque donde unos ven una invasión, Carbonel nos invita a ver un éxodo humano que clama por conseguir la dignidad de todo ser humano.
Parece una obviedad, pero hay que repetirlo incansablemente: cualquier persona que abandona su país lo hace por necesidad, no por capricho. Detrás de cada viaje hay una historia de pobreza, de guerra, de persecución por sus ideas o por amar a quien se ama, en el caso de homosexuales, por ejemplo. Todos esos cruzan en cayucos ante nuestros ojos. Por eso, el poema nos interpela: las fronteras no pueden ser muros que dividan, sino puentes que acojan. No puede haber muros frente al dolor, ni leyes que castiguen la esperanza. Si alguien se juega la vida cruzando el mar, es porque la vida que deja atrás ya se la habían arrebatado. Y es entonces cuando surge la responsabilidad moral de los países que sí tienen medios: acoger, no rechazar; abrir, no cerrar. Porque, más allá de la compasión, hay también una verdad práctica y profunda: los países del primer mundo, España, entre ellos, necesitan a esas personas para seguir creciendo como país.
Hace unos días en clase de 2º de Bachillerato, tuvimos que recordar, por ejemplo, lo que también se olvida a menudo. Y es que los datos económicos avalan que España necesita cientos miles de migrantes al año (hasta 2050) para sostener el sistema público de pensiones. Muchos más de los que parecen que llegan a nuestro país. Y esto no lo digo yo, lo dicen los últimos informes de la AIReF y que aparecen en los Informes anuales del Banco de España o de Caixa Bank, entre otros. Pero es que además, tuvimos que desmentir que los migrantes tengan ayudas que al resto de los españoles le niegan, por ejemplo en vivienda. Y es que no existe ninguna ayuda a la que puedan optar sin permiso de residencia, más allá de las que pueda proporcionar algunas ONGs. Pues aún así, hay alumnos y alumnas que afirman que sí existen, aunque se basen solo en lo que ven o escuchan, sin dar datos reales, objetivos o evidencias contrastables. Y, por cerrar este párrafo, los datos oficiales muestran con claridad que no existe relación entre inmigración y delincuencia, que también salió el tema a colación. Según las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE), en ninguno de los cerca de sesenta tipos de delitos registrados, los extranjeros superan a los ciudadanos españoles. De hecho, la mayoría de las personas que cometen delitos en España son de nacionalidad española.
Pero volvamos al poema, a las palabras claras y sencillas de Carbonel. Sin aspavientos, con sinceridad, el poema nos recuerda que nadie es ilegal por cambiar de país. La libertad de movimiento es un derecho humano reconocido por la Declaración Universal y por la Constitución española. Llamar “ilegal” a quien busca refugio es negar su derecho a existir. Deberíamos desechar esa palabra en España. En esta España que celebramos hoy, ninguna persona es ilegal. Miremos más allá de los prejuicios y los estereotipos. Veamos en el otro, en el inmigrante a una persona con historias muy duras de las que aprender, con sueños y miedos, no son nunca cifras ni etiquetas. En cada viaje forzado hay una vida que merece respeto, dignidad y protección. Al leer estos versos, comprendemos que acoger, escuchar y reconocer al otro no es un acto de buenismo, sino un deber ético y humano que fortalece la justicia y la solidaridad en nuestra sociedad. Y de una sociedad que defiende los Derechos Humanos sí nos debemos sentir orgullosos. El resto son superficialidades de las que podemos prescindir. Si perdemos este referente de vista en las aulas, la partida está también perdida frente al populismo que alimenta el odio con datos falsos y manipulados.
Agradecemos a Antonio Carbonell la posibilidad de traer a las aulas una realidad que nos afecta y que debemos afrontar con delicadeza para no hacer de España un país que olvida su propia historia como migrante.
- Inventa otro título para el poema. Justifica tu elección.
- Subraya palabras o expresiones que reflejen movimiento, precariedad o esperanza y explica cómo contribuyen al tono del poema.
- Investiga la situación de migración en el Mediterráneo y compara los datos con lo que refleja el poema.
- ¿Crees que los poemas como Cayucos pueden generar conciencia social? Justifica tu respuesta.
- Lee los siguientes poemas de este mismo blog: Inmigrante de Ángel Guinda, y Ahogar las lágrimas, de Antonio López. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?
- Crea un cartel o un cómic que represente visualmente el poema, destacando las emociones y los peligros del viaje.
- ¿De qué te sientes orgulloso como español y de qué no? ¿Crees que España debe luchar siempre por el respeto por los DDHH y por que se respeten dentro y fuera de nuestras fronteras?
- Lee el siguiente documento y extrae conclusiones respecto a cada uno de los mitos que desmonta.
- Investiga qué ayudas reciben realmente los inmigrantes en España (prestaciones, vivienda, empleo) y redacta un cartel informativo que contraste los bulos más comunes con los datos reales.
- Participa en la siguiente campaña de Amnistía Internacional, antes del 10 de diciembre:
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