EL SECRETO

Y pensar que, buscándola, Gauguin fue hasta Tahití, que mi generación montó el Mayo del 68 -a ver qué primavera produjo tantos ríos de tinta (más bien tonta)-, que Billie Holiday se perdió por un túnel de borracheras, drogas y locura, algunos ingresaron en ETA, otro en los Corazonistas, muchos se embrollaron con el zen, el satori, el yin y el yang y Jaime Gil de Biedman murió de SIDA. Pensar que tanta gente no siquiera sospecha, algunos teniéndola tan cerca -y es patético ver con qué insensato rebuscamiento se la figuran-, y cómo tantos roban, mienten, asesinan o, de cama en cama, yerran toda su vida -y sí que yerran-, y que aún habrá muchos que se irán al Nepal o estudian finlandés o profundizan en el submarinismo, sólo por dar con ella. Y que esta mañana de domingo -ni siquiera resueltamente radiante, la verdad-, en un pinar tampoco extraordinario, a menos de catorce kilómetros de todas mis costumbres, yo, precisamente yo, haya ido a encontrarme -es increíb...