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Mostrando entradas de febrero, 2018

HIMNO PROFANO (Poema para el Día de Andalucía)

A Valentín Navarro Viguera, poeta, amigo y compañero, que me regaló un precioso verso. <<Andalucía es un sueño que unos  cuantos locos tenemos en la cabeza.>> L. CERNUDA. Porque le debo a mi sangre mucho más que los latidos y una voz que suena dulce no puede saber amarga, yo denuncio los sermones de tantos falsos profetas. Detesto toda frontera, reniego de todo mito, no hago acopio de complejos ni me miro las entrañas. No se es de Andalucía; Andalucía se lleva. Antes de que la lengua me haga caer en olvido, hablar por mi propia boca; más: con mis propias palabras; tirar cualquier diccionario, también las enciclopedias; huir de las morfologías, romper con cualquier sufijo, tomar las calles del pueblo y atreverme a renombrarlas con fe en las nomenclaturas heredadas de la tierra y los apodos sencillos que aprendimos siendo niños sin gramáticas, sin normas, sin prestigio y sin coartada, cuando no había censuras financiadas con monedas; no oír las

LETANÍA DEL CIEGO QUE VE

Que este celeste pan del firmamento me alimente hasta el último suspiro. Que estos campos tan fieros y tan puros me sean buenos, cada día más buenos. Que si en tiempo de estío se me encienden las manos con cardos, con ortigas, que al llegar el invierno los sienta como escarcha en mi tejado. Que cuando me parezca que he caído, porque me han derribado, sólo esté arrodillándome en mi centro. Que si alguien me golpea muy fuerte sólo sienta la brisa del pinar, el murmullo de la fuente serena. Que si la vida es un acabar, cual veleta, chirriando en lo más alto, allá arriba me calme para siempre, se disuelva mi hierro en el azul. Que si alguien, de repente, vino para arrancarme cuanto sembré y planté llorando por las nubes, me torne en nube yo, me torne en planta, que sean aún semillas mis dos ojos en los ojos sin lágrimas del perro. Que si hay enfermedad sirva para curarme, sea sólo el inicio de mi renacimiento.

AL FINAL

"Los ojos ven, el corazón presiente."                                                                        Octavio Paz Que pocas cosas duelen. Digamos, por ejemplo, que se puede no amar de repente y no duele. Duele el amor si pasa hirviendo por las venas. Duele la soledad, latigazo de hielo. El desamor no duele. Es visita esperada. No duele el desencanto. Es tan sólo algo incómodo. Somos así, mortales irremediablemente, sin duda acostumbrados a que todo termine. DATOS DE LA POETA:  Irene Sánchez Carrón, es filóloga, profesora y poeta. Nació en Navaconcejo (Cáceres) en 1967. Con el poemario "Porque no somos dioses" recibió el «Premio Valbón» en 1996; en 2008 ganó el «XI Premio Internacional de Poesía Antonio Machado en Baeza» por su libro Ningún mensaje nuevo .   En 2017 ganó el XVI Premio Emilio Alarcos de Poesía con la obra Micrografías. Pero todo empezó cuando era muy joven, en 1999, cuando ganó el «Premio Adonais» con su

AUTORRETRATO

Considerad, muchachos, este gabán de fraile mendicante: soy profesor en un liceo obscuro, he perdido la voz haciendo clases. (Después de todo o nada hago cuarenta horas semanales). ¿Qué les dice mi cara abofeteada? ¡Verdad que inspira lástima mirarme! Y qué les sugieren estos zapatos de cura que envejecieron sin arte ni parte. En materia de ojos, a tres metros No reconozco ni a mi propia madre.  ¿Qué me sucede?–¡Nada! me los he arruinado haciendo clases: la mala luz, el sol, la venenosa luna miserable. Y todo ¡para qué! para ganar un pan imperdonable duro como la cara del burgués y con olor y con sabor a sangre. ¡Para qué hemos nacido como hombres si nos dan una muerte de animales! Por el exceso de trabajo, a veces veo formas extrañas en el aire, oigo carreras locas, risas, conversaciones criminales. Observad estas manos y estas mejillas blancas de cadáver, estos escasos pelos que me quedan. ¡