EDUCAR (Poema dedicado a nuestra compañera MARIVÍ)


EDUCAR (Poema dedicado a nuestra compañera MARIVÍ)



Educar es lo mismo
que poner motor a una barca…
hay que medir, pesar, equilibrar…
… y poner todo en marcha.
Para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia
concentrada.
Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera
enarbolada.



DATOS DEL POETA: Grabiel Celaya. Para saber más sobre él, no dejes de visitar este sitio: http://www.gabrielcelaya.com/

COMENTARIO:
Traemos este poema aquí como homenaje a una compañera que pronto se jubilará: Mariví. Ahora que son tiempos de penurias, que se ha aprobado una nueva ley sin ningún respaldo de la de comunidad educativa, ahora que ser docente parece una quimera, o un despropósito, no está de más reconocer que nuestra profesión tiene sentido. Aunque en el intento de enseñar, el alma de marino, pirata o poeta que reconoce Celaya en nosotros, vaya adquiriendo tonalidades de desasosiego, pesadumbre, o, incluso hartazgo por el día a día.
Ignoro si consuela pensar que nuestras palabras quedarán impregnadas en algún alumno. Lo que no me cuesta admitir es que convivir con ciertos compañeros, sí marcará nuestra travesía por este mar de incertidumbre en el que se ha convertido la docencia. Algo bueno tiene nuestro trabajo y es paradójicamente lo que más cansa: trabajar con las mismas personas siempre. Hace poco, comentando con la homenajeada nuestra labor coincidimos en señalar que los alumnos, siempre son los mismos. En el sentido de que siempre tienen la misma edad, mientras que nosotros cada vez somos más mayores. Y sin embargo, convivir con personas que experimentan lo mismo lo hace más liviano, al menos si te encuentras con personas con el talante de nuestra compañera.
En fin, gracias por todo, compañera (y como se despide Ann de su amante en la película de Coixet, Mi vida sin mí): ME ENCANTÓ BAILAR CONTIGO.

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