SALTO. NO SALTO. SALTO. NO SALTO. SALTO. NO SALTO
SALTO.
NO SALTO. SALTO. NO SALTO. SALTO. NO SALTO
Salto.
No salto. Salto. No salto. Salto. No salto.
Y
el cerebro frenético y los pies de mármol.
Y
el miedo trepando desde el fondo de aquella poza.
Salto.
No salto. Salto. No salto.
El
miedo.
El
miedo a la oscuridad, al trastero, a las cucarachas.
El
miedo a las ciudades soberbias.
A
quien te mira por encima del hombro.
A
ser pequeño.
El
miedo.
Salto.
No salto. Salto. No salto. Salto. No salto.
No
recuerdo demasiadas cosas de cuando era pequeño.
El
miedo desde el que miraba el mundo tras mis cristales de culo de
vaso.
El
miedo en el patio del colegio.
El
miedo cada vez que una risa.
El
miedo cada vez que un dedo.
Señalando.
Salto.
No salto. Salto. No salto.
No
recuerdo demasiadas cosas...
Quizás
por eso, por mi memoria miope de largo alcance,
por
el saco vacío y rajado donde guardo mis recuerdos.
Quizá
por eso, al final, siempre salto.
A
pesar del miedo lo único que tengo es lo que me espera abajo.
DATOS DEL AUTOR: Cysko Muñoz,
poeta catalán. Toda la información en su blog:
laputtapoesia.blogspot.com
COMENTARIO: Este
comentario no es más que otro homenaje al poeta que ha inspirado
nuestra actividad de Haikus en la Pizarra (que
puedes verlo aquí). Sin embargo, aunque su iniciativa (que
puedes ver aquí) nos parece luminosa, positiva y simpática,
este poema nos muestra otro perfil de su creación poética. Cysko
juega con el lenguaje (“Salto. No salto”) para sumergirnos
en lo más profundo de sus miedos actuales e infantiles. Sobrecoge,
como docente, imaginar a ese niño en medio del patio del colegio,
señalado, ridiculizado por su aspecto y sus gafas. Y duele admitir
que los miedos presentes del poeta (“El
miedo a las ciudades soberbias./A quien te mira por encima del
hombro./A ser pequeño”) lo comparten muchos adultos.
No obstante, encuentro consuelo en el poema, porque sabemos que, el
padecimiento de ese niño, se ha convertido en auténtica palabra
poética y que las propuestas creativas que realiza muestran un ser
valiente, capaz y comprometido, por tanto, el poeta puede estar
orgulloso de haber convertido sus miedos en algo maravilloso. Lo que
le espera de bajo, cuando salte, puede ser, entre otras cosas,
alumnos que imitan sus propuestas. Por tanto, tiene sentido ser un
poeta como él.
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