MANERAS DE ESCUCHAR UN BLUES
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Es hermosa esta noche de verano,
aunque no más hermosa
que cualquier otra noche de verano.
Es hermosa esta noche en que estoy solo,
y fumo y he dejado
en penumbra la casa mientras sueña
un dulce y triste blues,
un blues tan triste y dulce como otros.
Nada en mí, ni en la noche, ni en la música,
se diría especial, y sin embargo
existe algo muy hondo en esas cosas
que parecen sencillas:
una extraña grandeza que no acaba
de ser exaltación, tragedia, paz,
pero que es todo eso, y es también
un sentir claramente
que para que esto ocurra ha sido necesario
apurar estos años, acumular recuerdos,
haber ganado
y haber perdido tantas cosas.
Para que este piano suene así,
para temblar así con esta música,
ha sido necesario
ir llenándola poco a poco
de belleza y de daño, ir llenándola
con nuestra propia vida, para que se parezca
a nuestra propia vida, y suene así:
tan insignificante
y tan grande, tan triste, tan hermosa.
Obtuvo el premio Rey Juan Carlos I 1987 por «La luz, de otra manera», el Premio a la Creación Joven de la Fundación Loewe en 1990 por «Los ojos del extraño», el Premio Internacional de poesía Ciudad de Melilla 1995 por «La plata de los días» y el Premio Fundación Loewe 2001 por «Santa deriva». Es autor además de «El sueño verdadero» Madrid 2003. (Fuente: www.amediavoz.com)
Es hermosa esta noche de verano,
aunque no más hermosa
que cualquier otra noche de verano.
Es hermosa esta noche en que estoy solo,
y fumo y he dejado
en penumbra la casa mientras sueña
un dulce y triste blues,
un blues tan triste y dulce como otros.
Nada en mí, ni en la noche, ni en la música,
se diría especial, y sin embargo
existe algo muy hondo en esas cosas
que parecen sencillas:
una extraña grandeza que no acaba
de ser exaltación, tragedia, paz,
pero que es todo eso, y es también
un sentir claramente
que para que esto ocurra ha sido necesario
apurar estos años, acumular recuerdos,
haber ganado
y haber perdido tantas cosas.
Para que este piano suene así,
para temblar así con esta música,
ha sido necesario
ir llenándola poco a poco
de belleza y de daño, ir llenándola
con nuestra propia vida, para que se parezca
a nuestra propia vida, y suene así:
tan insignificante
y tan grande, tan triste, tan hermosa.
DATOS DEL POETA: Vicente Gallego,
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y narrador español nacido en Valencia en 1963. Dejó los estudios
de letras para emprender trabajos tales como portero y bailarín en
una discoteca, podador de pinos, repartidor de paquetes y pesador
del vertedero de residuos tóxicos urbanos de Dos
Aguas.
Sus múltiples trabajos, han sido más que formas de
subsistencia, aventuras más intensas que le han brindado la
posibilidad de vivir la soledad del campo, para intensificar su
vocación poética y escudriñar en la lectura de autores como Juan
Ramón Jiménez, Luis Cernuda y Blas de Otero, entre
otros.Obtuvo el premio Rey Juan Carlos I 1987 por «La luz, de otra manera», el Premio a la Creación Joven de la Fundación Loewe en 1990 por «Los ojos del extraño», el Premio Internacional de poesía Ciudad de Melilla 1995 por «La plata de los días» y el Premio Fundación Loewe 2001 por «Santa deriva». Es autor además de «El sueño verdadero» Madrid 2003. (Fuente: www.amediavoz.com)
COMENTARIO: Da igual que tipo de música
nos apetezca escuchar: blues, jazz, flamenco, pop, hip-hop, etc. Lo
importante es que esas músicas sean una manera de crecer, de vivir
más plenamente o de reinventarnos a nosotros mismo. Porque de eso se trata, de ir acumulando experiencias para saber escuchar mejor, para saber vivir mejor. Y para eso está la música "tan insignificante y tan grande, tan triste, tan hermosa" que parece nuestra vida más propia. ¡Viva, pues, la música y el blues!
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