NO QUIEREN IRSE
NO
QUIEREN IRSE
Hay mucha gente que no quiere morir:
Mick Jagger, Madonna, Isabel II, Bill
Gates.
No quieren morir porque su vida es
plena,
vertiginosa y fascinante,
y la muerte es una humillación.
Barck Obama, Fidel Castro, Clint
Eastwood,
Lady Gaga, Paris-Hilton, Robert Reford,
Gabriel García Márquez,
no quieren morir.
Sin embargo, morirán.
Steven Spilberg, Brad Pitt, Mario
Vargas Llosa,
George Bush, Paul Auster, Carlos Slim,
Joanne Rowling,
tampoco quieren morir.
No aceptan el hecho de su desaparición:
furia, se pondrán furiosos.
La furia de los niños contra las
estrictas tinieblas.
Angelina Jolie, Keith Richards, Antonio
Banderas,
Sharon Stone, Bill Clinton, Tom Cruise,
morirán, un día lo anunciará la
televisión:
ha fallecido en su casa de...
Bob Dylan, José María Aznar, Scarlet
Johanson,
Hilary Clinton, Nicolás Sarkozy, Tony
Blair,
Plácido Domingo, Naomi Campbell, Al
Pacino
se morirán también, os lo aseguro.
Os lo juro por lo más sagrado: se
morirán.
Decidle, si os apetece,
que la muerte no es el final,
por decir algo.
Tanto dinero sin gastar, tantas casas,
tantos viajes,
tantos yates surcando los dorados
océanos,
tantas joyas, tantas leyendas,
tantas islas en las que tomar el sol
desnudo
y hablarles a los loros, a los
pelícanos y a los ángeles,
tantas cenas, tanta ropa de marca sin
usar,
tantos momentos de éxito, de orgullo y
de poder,
tantos momentos radiantes,
que habrán de quedarse en este mundo.
Decidle, si os apetece
-y porque en el fondo somos compasivos-
que se abrirán los palacios
celestiales para recibirlos,
que les espera una brillante
posteridad,
una página de oro escrita
en la historia de la humanidad.
DATOS DEL POETA: MANUEL VILAS.
Obras: Amor: Poesía reunida, 1988-2009, Gran Vilas
de donde está tomado este poema, fue Premio Internacional de Poesía
Ciudad de Melilla.
COMENTARIO:
A veces la poesía puede ser irónica, cuando no humorística, como
en este caso. Manuel Vilas cita un elenco de personajes de prestigio,
en algunos casos, de dudoso prestigio o incluso, sin la menor duda,
de falta del mismo (que cada lector sitúe en la lista a quien
desee), para que situemos en frente de nosotros a arquetipos
fácilmente reconocibles: el cantante, el actor, el escritor de culto, el artista, el modelo, el triunfador, el guapo, etc., pero que están cortados por el mismo patrón: son ricos y famosos.
Y, sin embargo, en su poema los presenta como las víctimas de su propio éxito. "Pobrecitos, debemos tener piedad de ello", nos pide Vilas, "algún día se morirán", como nosotros, claro. Pero, tal vez, a nosotros no nos cueste tanto desprendernos de nuestras propiedades, porque, simplemente, no tengamos ni joyas, ni yates, ni poder, o, más bien porque sabemos que el éxito, que la vida está en otra parte..., supongo y espero.
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