ELOGIO DE LA LOCURA
ELOGIO DE LA LOCURA
Ya sé que lo escribí.
Pero mentía.
No amé nunca en un coche, ni salté
al asiento de atrás con la muerte en los labios
mientras nuestros susurros empañaban
fugaces con su nieve en los cristales.
Jamás mordí tu cuello
en el cuarto de baño de alguna discoteca
donde no te arranqué los leggins como
si se hiciera con noche tu finísima piel.
No bebí de tu boca el deje eléctrico
del alcohol, en un bar, mientras cesaba
el mundo alrededor,
ni me escondí contigo en un portal.
Y nunca recorrí tu piel dorada de una playa,
cuando ya nadie queda.
(Ya sé que lo escribí.
Pero mentía).
No nos guareció, cómplice, el verano,
apartados del resto, en lo oscuro del parque.
Mis manos no se hundieron en tus muslos
en la fila de atrás de alguna madrugada,
de vuelta en autobús,
ni te sentaste sobre mí en un cine
clavándome en los ojos con tus ojos
la más bella película que he visto.
Y nuestro amor urgente y puro y tenso
no se multiplicó sobre el espejo
tras pulsar el stop de un ascensor.
La locura no fue nuestra aliada.
Toda la vida igual.
Dos insensatos.
Ya sé que lo escribí.
Pero mentía.
No amé nunca en un coche, ni salté
al asiento de atrás con la muerte en los labios
mientras nuestros susurros empañaban
fugaces con su nieve en los cristales.
Jamás mordí tu cuello
en el cuarto de baño de alguna discoteca
donde no te arranqué los leggins como
si se hiciera con noche tu finísima piel.
No bebí de tu boca el deje eléctrico
del alcohol, en un bar, mientras cesaba
el mundo alrededor,
ni me escondí contigo en un portal.
Y nunca recorrí tu piel dorada de una playa,
cuando ya nadie queda.
(Ya sé que lo escribí.
Pero mentía).
No nos guareció, cómplice, el verano,
apartados del resto, en lo oscuro del parque.
Mis manos no se hundieron en tus muslos
en la fila de atrás de alguna madrugada,
de vuelta en autobús,
ni te sentaste sobre mí en un cine
clavándome en los ojos con tus ojos
la más bella película que he visto.
Y nuestro amor urgente y puro y tenso
no se multiplicó sobre el espejo
tras pulsar el stop de un ascensor.
La locura no fue nuestra aliada.
Toda la vida igual.
Dos insensatos.
DATOS DEL POETA: Rodrigo Olay (Noreña, Asturias, 1989). Licenciado en Filología Hispánica. Libros de poemas: Cerrar los ojos para verte (Universos, 2011), Premio «Asturias Joven» de Poesía en 2010 y Premio de la Crítica de Asturias; La víspera, Ediciones de La Isla de Siltolá, 2014.
COMENTARIO: Cuando uno piensa en el elogio de la locura, Erasmo aparece inmediatamente. Y con él, la broma, la sátira, la ironía, incluso el chiste... Pero no es menos cierto, que esa obra nos sitúa ante el espejo de nuestras propias convicciones y realidades más profundas. Y desde ese autoconocimiento parte, bajo nuestro punto de vista, Rodrigo Olay: La locura no fue nuestra aliada. /Toda la vida igual. (Es verdad que cuando uno lee el inicio del poema, Pessoa y su Autopsicografía sale al unísono a nuestro encuentro).
Es muy interesante tener una vida loca, llena, supuestamente, de momentos arrebatadores, de instantes únicos y maravillosos que dejen huella en nuestra memoria para siempre. Como en esa escena de una película tantas veces soñada: saltar al asiento de atrás con la muerte en los labios... ¡Qué locura más maravillosa! Sin embargo, lo ideal es conocerse, no vivir en una ficción que nos llena de expectativas vanas, cuando no ridículas.
Olay ha llegado a ese conocimiento real y prosaico, pero lo hace curiosamente dando una vuelta de tuerca excepcional. ¿Por qué no escribir de lo que no se ha vivido?, ¿por qué no experimentar lo propio en el espejo de lo distinto, de lo no experimentado, de lo que nos es ajeno? Muchas veces nos venden, si me permiten la expresión, la necesidad de experimentar lo singular, lo irrepetible, lo único (ya sea en un viaje, en una relación amorosa o sexual o incluso cuando solamente queremos quitarnos la sed o vestirnos) y anhelamos a toda costa esa satisfacción de un deseo impostado y vacuo. Y así nos vamos engañando, a veces, incluso atormentándonos por vivir una vida sin un gramo de locura: toda la vida igual. Y, sin embargo, aunque estemos muy lejos de esa vida loca, el poeta asturiano nos ofrece una lección de vida auténtica con el último verso: dos insensatos que se aman, que se siguen amando en un mundo cotidiano y trivial. Porque, tal vez, han aprendido a amarse en lo ramplón, porque han descubierto, tal vez, que ya es una locura el mero hecho de amarse, de seguir juntos pese a todo. ¡Ay, cuanta locura cabe en un solo día tan cotidiano como cualquier otro y qué hermoso saber reconocerlo sin perder la cabeza del todo!
(Nota final: Si te interesa la la relación entre la locura, el arte y la literatura, no está mal empezar por el último número de la Revista Litoral, del que hemos extraído este poema).
ACTIVIDADES:
- Lee el poema de Pessoa que aparece enlazado en el Comentario, ¿puedes establecer alguna relación entre ese poema y el de Olay?
- Busca información sobre la obra de Erasmo de Rotterdam, ¿te parece adecuado el título del poema teniendo en cuenta la obra de Erasmo?
- ¿Crees que la locura puede ser beneficiosa en algún momento?
- Enumera 5 experiencias cotidianas, diarias, que pueden ser una locura. Explica tu elección.
- Crees que nos engañan, de algún modo, con la necesidad de experimentar lo singular, lo irrepetible, lo único. Explica tu posición.
- Por curiosidad y por si lo deseas, puedes indicar las reacciones a esta entrada un poco más abajo, marcando: divertido/ interesante/ aburrido
- También puedes dejar un comentario, un blog se alimenta de ellos.
Y da igual en donde a la verdad lleves
ResponderEliminaro no, el dorado fulgor de su ausencia,
que elijas entre la vida y la muerte.
indiferentes: las tendrás a las dos.