DESIERTOS ENCANTADOS

Nací del desierto
en medio de dos mares
que se contonean en mis caderas.
Llevo en la piel campos de algodones
iluminados por lunas llenas,
dunas de fuego,
cerros guardianes,
gigantes de brazos abiertos,
una laguna encantada por el sol
y un oasis en el desierto.

Llevo en mis cabellos olor a cachanillas,
árboles de humo, chamizos y jojoba;
caracoles y estrellas de mar.
En mí habita la tierra de amazonas, gardenias,
valles de vides y olivos,
voces huicholas y cucapás
que cantan la historia de mis antepasados luminosos.

Por mi cintura se dibuja La Rumorosa
que anida su arrullo en mi ombligo.
Vivo en un lugar donde el desierto y el mar
pactaron su cariño,
donde las ballenas hicieron de estos mares su santuario,
los cardones saludan diariamente al sol
y las Coronado son guardianas de atardeceres esplendorosos.

Mi piel es de desierto, sol encantado,
norteña, frontera de luz.



DATOS DE LA POETA: Mónica Ávila Cossío nació en Mexicali, Baja California, México. Es poeta, editora, comunicóloga por la Universidad Autónoma de Baja California y profesora de redacción. Las noches de la memoria (Pinos Alados, 2015) es su primer libro.

COMENTARIO: Es para nosotros un honor que este proyecto Aniversario siga creciendo y viaje desde España a México. Nunca creímos que las redes nos permitieran conocer a poetas tan generosas como Mónica Ávila que, desde el principio, nos mandó su colaboración. Con ella descubrimos su tierra, un lugar en el mundo que nos acerca a través de una lengua que compartimos y que abarca miles de kilómetros y millones de personas distintas y diversas, como la propia lengua que utilizamos.

En el poema de Mónica Ávila se describe con detalle un paisaje concreto, espectacular: La Rumorosa. No lo conocíamos, pero por el poema y por lo que hemos podido ver, es un tramo de la Sierra de Juárez, que desciende desde Tecate hasta la Laguna Salada. El nombre proviene del ruido del viento entre las caprichosas formaciones de piedra ocres, robustas y redondeadas que, aunque no deja de ser un desierto, posee una belleza embriagadora. El acierto del poema se encuentra en la mimetización del cuerpo con ese lugar, desde el cabello a la piel, pasando por su cintura y por su ombligo. La belleza de dicho paisaje se adapta al cuerpo, pero también a algo menos tangible y que, sin embargo, revela realmente el alcance de su poema. Tampoco sabemos reconocer el olor de cachanilla, esa planta silvestre, que se usa también como sinónimo de mexicalense. Pero que, sin duda, proporciona identidad genuina a los habitantes de baja California. Ese lugar en el mundo es, también,  "frontera de luz" (esa expresión define también a Mónica Ávila, sospecho). Andalucía tiene mucho de frontera de luz, de oasis entre dos mares, por ello, pese a las diferencias entre ambos lugares, podemos encontrar algo común: esa frontera de luz, nos hermana con su poema.

Y es cierto que toda demarcación de frontera implica una demarcación, una imposición para distinguir espacios: estar dentro o estar fuera. Y esta separación no es gratuita ni inocente, para los que se quedan fuera, sobre todo si vienen del sur, de África, por ejemplo, y son pobres. Sin embargo, al referirse a una frontera de luz, el sentido cambia: la frontera se concibe entonces como un espacio de encuentro, pese a los muros y las limitaciones que se quieren imponer, en la frontera los límites se diluyen o se solapan o, al menos, necesitaríamos habitarlo desde una perspectiva más amplia. Habitar en las fronteras supone tener la capacidad de ir más allá y para eso sirve la poesía, la palabra, el diálogo. 

Ávila incorpora en su descripción, además, toda su capacidad sintiente, por decirlo así. No es posible renunciar a los sentimientos, al propio cuerpo, a la piel, el órgano con el que acariciamos, si queremos comprender que la frontera es un lugar de luz, en vez de ser un lugar de sombras y miradas estrechas. En la frontera vivimos todos y todas en algún momento de nuestras vidas. Para encontrar la belleza en ese preciso lugar, necesitamos, entre otras cosas, la palabra y poemas como el de esta semana, que desde la otra orilla del mundo, nos acoge y nos abraza con una lengua común, rica y diversa, con la que nombramos, con distintos acentos, con diversas melodías, lo que nos define.

Desde aquí le damos las gracias a Mónica Ávila por su participación. Nos ha hecho viajar a otros lugares, nos hemos sentido muy cerca de su piel, ahora que las restricciones están al orden del día, es un regalo incalculable. Espero que los lectores del blog, al igual que nosotros, sientan esa cercanía y ese abrazo desde su voz.

ACTIVIDADES

  • Busca imágenes de la zona que se describe en el poema y vuelve a leerlo o escucharlo en la voz de Mónica Ávila. ¿Cambia tu primera lectura del mismo?
  • Puedes escuchar y ver a Mónica Ávila, aquí, y en el siguiente vídeo, descubrir otros acentos del idioma.








¿Qué diferencias y semejanzas encuentras en las distintas formas de comunicarnos en nuestro idioma? ¿Qué acento te parece más bello o llamativo?

  • Puedes jugar también a identificar acentos desde este enlace: pincha aquí.



  • Aunque no podemos viajar mucho, por la situación actual, las palabras y la literatura sí nos lo permiten. Intenta realizar esta actividad de Creatividad Literaria. 


  • Si lo prefieres, describe tu lugar en el mundo mediante esta otra actividad para escribir un poema:


  • O esta otra, basada en un invento de Cortázar. 


  • No podemos olvidarnos que esta semana celebramos el Día de la Lectura en Andalucía (16 de diciembre), por ello queremos recuperar un aspecto de La lozana andaluza, para incorporar un pequeño guiño a dicha efeméride. En esa obra, aparece una expresión que está ya en desuso, pero que, no obstante, puede matizar y enriquecer el poema de Ávila. Como sabemos, en el Mamotreto XLVII, Silvano le explica lo siguiente a Loçana: 

Loçana.— Señor Silvano, ¿qué quiere decir que el autor de mi rretrato no se llama cordovés, pues su padre lo fue, y él nació en la diócesis?
Silvano.— Porque su castísima madre y su cuna fue en Martos, como dizen, no donde naces, sino con quien paces.

Frente a reduccionismos patrios, trasnochados y cortos de miras, el propio personaje de Delicado, nos enseña algo primordial que no deberíamos olvidar sobre la Lozana Andaluza: "Yo doy muchas gracias a Dios porque me formó en Córdoba más que en otra tierra, y me hizo muger sabida y no bestia, y de nación española y no de otra". Por eso, el refranero recoge esta enseñanza: "Uno es de donde pace, no de donde nace". Y da igual nacer en Tánger, que en Sevilla, en Tecate que en Marchena; lo importante es el lugar en el que te desarrollas, en el que vives en un momento dado y te proporciona un marco para ser el que eres. ¿Estás de acuerdo con esta reflexión? Justifica tu postura.

  • Por último, si te apetece, deja un comentario sobre el poema (un blog se alimenta de ellos), sobre Mónica Ávila o cualquier otro tema relacionado con la entrada.

Comentarios

  1. Qué bonito!! 'Desiertos encantados' se titula, bien podría haber sido ' Loa a mi tierra'. Bendita la gente que ama el trozo de tierra que le tocó pisar.
    Gracias, compañero, por compartirlo y por tu comentario.
    Saludos.

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    Respuestas
    1. Y a ti por leernos siempre, aunque sea en vísperas de fiestas y reuniones familiares. Por cierto, amar así la tierra que nos ha tocado en suerte es una bendición, como lo es también estar en cualquier otro sitio, pero con tu gente cerca, aunque sea con mascarilla y sin poder abrazarlos.
      Un abrazo desde aquí y nos vemos en 2021.

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  2. Gracias, Isa! La tierra de donde nacimos la cargamos en el corazón y en los zapatos. Amo mi península!

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