CANÍBALES
Corta por ratos la náusea que corre con sus pies ata- jando la luz barata de un clóset. Están. Sus medias trajinando dolorosamente, pasan sin poder asirse de los tobillos del enano. Mi sujeto deforme es el demo- nio que me quitó de la costilla Dios cuando nací. Yo creía que al menos tendría alas y oro cubriéndo- me la frente pero entre fotogramas viví el pánico del acero quirúrgico negociando los pulmones de mi madre con frascos coloreados al azar e intravenosas que le sacudían la infancia. Entonces ella gritaba a mi abuela, yo le gritaba a mi abuela, mi hermana le gritaba a mi abuela, la tía le gritaba a la abuela. Se tenía que hacer pública aquella hipótesis de que la abuela era abuela, pero era mala madre. Lo logra- mos. La partimos. Nos comimos sus piernas peque- ñitas y su boca que se sostenía sobre el mentón de los besos infinitos del 96. Los caníbales celebramos cumpleaños y fiestas de guardar. Somos de...