CUANDO ERA CHICA TOMÉ VINO
Cuando era chica tomé vino
en un cumpleaños infantil
con muchos adultos
una de esas fiestas
en las que corrés por todos lados
desaforada
y jugás hasta que el corazón te estalla
con mucho cuidado
de no romper las medias largas
que mamá te compró especialmente para ese día
te movés y llevás tu cuerpo al extremo
descubrís el sudor
aunque no huela a nada
el vestido estampado te asfixia
y el pelo se pone pesado
se te pega a la frente
vas del pelotero al tobogán
te sumergís en un mar de plástico
y recolectás los piojos de toda una generación
de futuros adultos sin glamour
sentís ganas de hacer pis
quizás caca
pero te aguantas todo
porque sólo querés seguir jugando
aunque no des más
entonces necesitás algo que te renueve
tenés sed
y querés coca
porque sos una nena de siete u ocho años
y esa es tu droga recreativa por excelencia
en el salón adulto las mesas quedaron vacías
hay una hilera de vasos
radiantes
medio llenos
a temperatura ambiente
que te convocan a que los hagas tuyos
y vos
nena eufórica y sedienta
te los tomás
uno por uno
coca-fanta-fanta-coca-coca-coca-sprite-coca-coca
vino.
DATOS DE LA POETA: María Victoria Massaro (Buenos Aires, 1987) es poeta, narradora y Licenciada en Comunicación Social (UCES). Publicó los libros de poemas Lo que hice con tu cepillo de dientes cuando me dejaste y otros poemas de amor (2019), Cada vez que alguien se va me replanteo todo lo que creía saber sobre el amor (2020) El fantástico mundo del home office, Nadie quiso subirse al auto con nosotras (2020, Qeja Ediciones) y Me dejaría morir en el sillón (2022, Qeja Ediciones). Las ladronas es su primera novela publicada.
COMENTARIO: Hace mucho tiempo que la poesía abandonó la necesidad de ser grandilocuente. Ya en 1800, en el prefacio a las Baladas líricas del romántico inglés William Wordsworth (1770-1850) se abre el camino para experimentar la creación poética de otro modo. El poeta buscaba alejarse de la sublimidad impostada para adoptar un registro coloquial, sin caer en la vulgaridad, ajustándolo al verso poético. Inspirado por intensas impresiones, defendía el uso del lenguaje popular, un enfoque que, aunque no inédito, marcó un giro relevante en la poesía inglesa, similar a la experimentación previa de los poetas metafísicos liderados por John Donne. O dicho de manera tajante: la poesía se puede hacer desde un lenguaje cotidiano para tratar asuntos banales, para mostrar anécdotas aparentemente insulsas o livianas. Esta idea subyace en el poemario del que está tomado este poema de Mavi Massaro: Me dejaría morir en el sillón.
En la Contratapa de este libro, Lucía Esteban, nos lo deja claro: "Una voz harta de las convenciones, de las expectativas y de las crisis, harta de la pose de escritor tanto como de la exigencia productivista y de la sensación de que no hay futuro. Una voz que es muchas, aunque sea propia, y que la poesía permite habitar. Desde su título, Me dejaría morir en el sillón se presenta como una oda al “no hacer nada”, que contiene en sí toda la potencia de lo no hecho, de lo no dicho que aguarda y que también puede convertirse en materia poética. Mavi construye una voz entre la ironía y el drama que nos lleva a contemplar la fruta pudriéndose en el capot del auto, o a meter los dedos en la caja de fósforos para mostrarnos la quietud en la que puede anidar toda la fuerza. A la vez, nos estampa en la cara cómo puede hacer poesía con cada instante y así nos descubre la potencia estética y la energía crítica que anidan en el hartazgo".
Se trata entonces de descubrir la potencia estética, la crítica social que también se encuentra en el poema. La anécdota, aparentemente trivial, de una niña que bebe vino por accidente en una fiesta infantil, una historieta sin mucha importancia que se convierte en un símbolo de la transición entre la inocencia y la primera confrontación con el mundo adulto. El contraste entre el caos lúdico y la rígida formalidad del entorno adulto subraya las tensiones que atraviesan el crecimiento: la pulsión por el juego frente a las expectativas, la transgresión involuntaria frente a las normas implícitas. Pero claro, la que escribe es ya una persona mucho más adulta, que sabe que la adultez no es, tampoco, una vida plácida. Aunque no lo es: y recolectás los piojos de toda una generación/ de futuros adultos sin glamour. Sin aspaviemtos, la poeta nos narra, sin tensión que la infancia, a pesar de su carácter efímero, nunca está completamente aislada de las tensiones externas.
Por eso, los rituales repetitivos propios de la socialización temprana reflejan una crítica sutil al mundo adulto, que impone normas y expectativas: ¿qué quieren los adultos, qué vida ofrecen? Una vida absurda, sin chispa, una vida estructurada y que parece de todo, menos una fiesta, donde las normas aplastan la espontaneidad. Sin embargo, la voz poética de esta niña poeta, nos invita a repensar la vida, las experiencias vitales como un juego, como una auténtica fiesta. La vida como un juego desbordante, la vida como exploración, disfrute y resistencia frente a la rigidez que impone la vida adulta.
Hay que leer el poema ente líneas, porque cada acción, por trivial que parezca, tiene un sentido profundo: la entrega total al momento, sin reservas ni miedos de esa niña debería ser nuestra actitud en cualquier edad. ¿No es mejor vivir así, apasionadamente, sin temor, dándolo todo? Hay que sudar, agotarse, sudar, reír, incluso transgredir las normas, vivir al límite, fuera de lo establecido. Si se nos permite, sin hacer apología del alcohol, beber no es un error, es el acceso involuntario a un mundo que la infancia aún no debería conocer, sin duda, pero que simboliza el hallazgo de un mundo nuevo, una realidad fascinante que cualquier adulto debería experimentar.
La poesía no solo debe hablar desde la sublimidad, sino también desde la vida misma, en su caos, su belleza inesperada y sus contradicciones más humanas. Juguemos y digámoslo con palabras cotidianas, familiares, auténticas. Es la única manera de dar sentido a una vida que nos agobia a jóvenes y adultos y a la que no podemos renunciar en ningún caso. Porque no podemos renunciar tampoco a la felicidad y a la belleza que nuestros ojos han visto alguna vez. Si lo pensamos, cada día puede ser un día extraordinario, si convertimos lo cotidiano en un instante único. Si no lo conseguimos por nosotros mismos, tal vez, la clave sea rodearte de personas que lo hagan posible.
Agradecemos a Mavi Massaro su envío, convierte de nuevo La voz de la poesía en una iniciativa internacional y para nuestro blog es un lujo llegar tan lejos.
Completamos la entrada con la colaboración con NOSOTRAS: MUJERES Y POETAS que coordina Olga RT.
ACTIVIDADES:
- Inventa otro título para el poema. Justifica tu propuesta.
- ¿Qué elementos reflejan el paso de la infancia a una confrontación con el mundo adulto?
- ¿Cómo se describe el juego infantil? ¿Por qué crees que el poema muestra esta actividad de manera desbordante?
- ¿Qué emociones te transmite el poema? Justifica tu respuesta con fragmentos del texto.El poema refleja una crítica sutil al mundo adulto. Identifica elementos en el poema que critiquen la estructura rígida de la vida adulta. ¿Crees que las expectativas que los adultos imponen sobre los niños son siempre necesarias? ¿Por qué?
- ¿Qué lecciones del juego y la espontaneidad de la infancia deberían adoptar los adultos?
- Sigue en Instagram a nuestra poeta de esta semana. ¿Qué contenidos destacarías de su espacio?
- El comentario sugiere que la vida debería vivirse con la pasión del juego infantil. ¿Qué significa para ti vivir la vida como un juego? ¿Qué obstáculos encuentra un adulto al intentar vivir de esa manera? ¿Crees que merece la pena el riesgo?
- Imagina una versión alternativa del poema en la que tú seas el protagonista en un momento clave de tu infancia. Inventa una anécdota donde experimentes la misma tensión entre juego y las normas adultas. Incluye detalles sensoriales (colores, sonidos, olores) para que quien lea tu texto pueda sentir la escena contigo.
- El poema de Mavi Massaro nos muestra cómo los momentos más simples de la vida pueden convertirse en poesía. Observa tu entorno durante un día: en casa, en la calle o en clase. Elige un momento que parezca común pero que tenga algo especial (un gesto, un sonido, una conversación). Escribe un poema o una descripción poética sobre ese instante. No necesitas que sea grandilocuente; simplemente deja que hable lo cotidiano.
- ¿Qué relación encuentras entre el poema de esta semana y la propuesta de Olga RT?
- Deja un comentario de esta entrada, si quieres.
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