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Mostrando entradas de junio, 2025

DUDURUDÚ, DIME

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¿Qué guardarías en una cajita? ¿Qué guardarías tú? Yo soy una cajita y te guardo, Dudurudú        te guardo a ti      Dudú         desde dentro me masticas           Dudú Dudurudú     ¿quién eres? En medio. Un pedacito de carne y a esto llamaremos lengua nos dijeron no somos ni lengua tampoco      Dudú      Dudurudú         no somos una voz oímos a través de una brecha en este cúmulo rosado abierto hacia ti y yo yo la carne no es carne es mira y miramos un cachorrito de carne rosada saliendo entrando la finísima sutura entre mis cuerpos Dudurudú Dudú.        Deforme y libre nadie nos desea Somos la cajita parlante. Una membrana,        Dudú. ¿Sabes lo que es eso? Busca en el diccionario,     Dudurudú Ninguna palabra nos dice ¿sabes lo que es eso?        Du...

MIENTRAS ME QUEDE VOZ

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Mientras me quede voz hablaré de los muertos tan quietos, tan callados, tan molestos. Mientras me quede voz hablaré de sus sueños, de todas las traiciones, de todos los silencios, de los huesos sin nombre esperando el regreso, de su entrega absoluta de su dolor de invierno. Mientras me quede voz no han de callar mis muertos. DATOS DE LA POETA :  Marisa Peña nace en Madrid en 1969. Licenciada en Filología Hispánica por la especialidad de  literatura en la Universidad Complutense de Madrid, ejerce como profesora de lengua  castellana y literatura en el IES Ítaca. Ha colaborado en la revista digital Tiempos Modernos , en  Plumas hispanoamericanas , Imán , y en el blog Memoria pública del diario Público. Es la autora  de dos blogs Enredando palabras y Los papeles de Claudia . Algunos de sus poemas están  recogidos en las antologías digitales de los escritores Fernando Sabido (Poetas del siglo XXI),  Agustín Calvo (Las afinidades electivas) y en las revis...

ZOMBIS

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Aún podemos huir de aquí. Nada tenemos que pueda interesarles. Fíjate bien, amor mío, tú y yo entrando en una sucursal bancaria igual que los zombis en Disney World. Siempre seremos los eternos extranjeros, los amantes fuera de lugar. Y allí nos hablaron del euribor, del techo y el suelo y de cuarenta años de condena. No entendimos nada. Nadie entiende nada. Somos zombis posmodernos alimentados a base de alcohol, Tranxilium y series de prime time . Frankesteins  industriales que envidian la felicidad televisiva. Todavía hoy, desde el balcón de este piso alquilado, veo como continúan las obras de un tren que no pasará nunca: las luces de la autopista como faros que conducen hacia un destino de óxido en el tiempo. Huyamos ahora que podemos, amor mío, huyamos. Tú sigues siendo aquella muchacha pálida que soñaba con París, y yo el mismo niño tímido que quiso dejar su nombre escrito sobre el agua. Los poetas de este siglo no tienen tuberculosis tienen hipotecas, deudas, cánceres y coche...