MIENTRAS ME QUEDE VOZ
Para reivindicar lo que es justo no hace falta gritar, pero sí levantar la voz, hablar, dialogar, escribir poemas. Con un lenguaje directo y sencillo, la poeta nos habla de un dolor que sigue muy presente en este país: el de quienes fueron asesinados y enterrados en fosas comunes durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Pero también nos habla de quienes aún los esperan. Porque mientras no se recuperen esos cuerpos, no habrá verdadero descanso, ni para los muertos ni para los vivos. En muchas culturas del Mediterráneo, como en tantas otras del mundo, despedir a los muertos es un rito necesario. No se trata solo de una ceremonia simbólica, religiosa: es una forma de cerrar heridas, de despedirse, de comenzar el proceso del duelo. Cuando eso se impide -porque no hay tumba, cuando no hay nombre, cuando no hay cuerpo., el dolor queda suspendido, abierto como una llaga que no cicatriza.
Por eso, en este poema, Marisa Peña repite con firmeza: "Mientras me quede voz / hablaré de los muertos". No lo hace por venganza, ni por rencor. Lo hace porque el silencio impuesto durante décadas no puede seguir siendo la única respuesta. Lo hace porque la memoria democrática exige dar nombre, lugar y dignidad a quienes fueron silenciados con violencia. Recuperar sus cuerpos no es reabrir heridas: es cerrarlas con verdad, es devolverles la condición de seres humanos con historia y con familia. Hoy, en España, todavía hay más de cien mil personas enterradas en fosas comunes sin identificar. Son padres, madres, hermanos, abuelos… ciudadanos, personas como tú y como yo, que nunca tuvieron la oportunidad de ser reconocidos. Hombres y mujeres que merecen una sepultura digna, una despedida, un reconocimiento. Hablar de ellos es una forma de justicia. Es un acto de humanidad, no de política.
Leer un poema como Mientras me quede voz no es adoctrinar, ni imponer una visión ideológica. Es, sencillamente, cumplir con una obligación moral, educativa y legal: la de enseñar al alumnado a conocer su historia, a desarrollar un pensamiento crítico y a construir una sociedad más justa. Porque la memoria democrática no es una opción política: es una necesidad pedagógica reconocida en las leyes educativas y en los principios fundamentales de los derechos humanos. La Ley de Memoria Democrática (2022) establece con claridad la importancia de integrar en el currículo escolar el conocimiento de las violaciones de derechos humanos ocurridas durante la Guerra Civil y la dictadura. Del mismo modo, la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE) subraya la necesidad de educar en valores cívicos y éticos, de fomentar la empatía, la justicia social y el respeto a la dignidad humana. Leer este poema de Marisa Peña es poner en práctica esas leyes, dándoles vida y sentido dentro de nuestros centros educativos.
Por eso este poema también es una promesa: "Mientras me quede voz / no han de callar mis muertos". Porque cuando la memoria se niega, es el presente el que se vuelve injusto. Porque olvidar no es sinónimo de paz. Ese es el sentido de los verso de Celaya también: callar ante la injusticia no es neutralidad, es complicidad. No basta con mirar hacia otro lado o refugiarse en una cultura que pretende ser aséptica, sin conflicto, sin memoria. La poesía, y la educación de calidad, no pueden limitarse a ser un lujo decorativo, una distracción culta que evita incomodarse. Es necesario tomar partido, asumir una posición ética ante el dolor y ante la historia. Al igual que hay que hablar de Gaza en las aulas. Este poema nos insta a ello y nos recuerda que hoy hay otros conflictos, otras injusticias ante las que no podemos callar. Porque la palabra, cuando nace de la conciencia, es el primer paso para no paralizarnos ante la barbarie que ocurre ante nuestros ojos todos los días, en el Telediario de turno. Porque lo contrario es seguir negando a las víctimas, seguir escondiendo los huesos y los nombres, seguir perpetuando el silencio, en España y en Gaza. Y mientras nos quede voz a los poetas y a los docentes debemos apostar por la Memoria Democrática, por los Derechos Humanos y por una Cultura de la Paz.
Agradecemos a Marisa Peña su paciencia con el blog, pero hasta que no llegara la semana del 14 de junio, la fecha establecida para la Memoria Democrática en las aulas, no lo hemos podido hacer. Ya forma parte de La Voz de la Poesía.
- Inventa otro título para el poema y justifica tu elección.
- Visita algunos de sus dos blogs y extrae alguna entrada que te haya llamado la atención u otro poema de su autoría.
- Explica el sentido de estas palabras en el contexto del poema: callados, sueños, traiciones, silencios, huesos sin nombre, entrega, dolor de invierno.
- ¿Qué relación encuentras entre el poema de Marisa Peña y los conflictos actuales?
- El poema de Gabriel Celaya es el siguiente:
- Busca en la lupa de este blog poemas de conflictos sociales actuales.
- La versión musicada de Paco Ibáñez es la siguiente:
- En este blog puedes encontrar el poema de Jesús Munárriz, Callar, que seguro que puedes relacionar con el poema de Marisa Peña. ¿De qué modo se puede entablar un diálogo entre ambos poemas?
- Participa en el Proyecto De la (in)utilidad de la Poesía.
- Deja un comentario más abajo, si te apetece.
Mientras me quede voz, mis mayores ausencias, serán absoluta presencia.
ResponderEliminarLarga vida a las voces que aplican el sentido común y la conciencia de justicia con valentía y responsabilidad, ya sea en poemas como este de Marisa Peña, a diario en las aulas con el alumnado, o de la forma que sea. Porque todo ello supone construir memoria y no olvidar a quienes fueron brutal e injustamente represaliados/as.
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