UN CAMINO ABANDONADO (ÚLTIMO POEMA DEL CURSO)



Corre la voz: la muerte no es segura.
Puedes quedarte atado al movimiento
del aire, o al terrible pensamiento
de tu enemigo, al sol, a la amargura.

Puedes quedarte. Solo tu envoltura
regresa al polvo sin convencimiento.
La vida es un fallido experimento 
que el hombre conjetura y conjetura.

Puedes quedarte en la montaña ignota,
en el árbol que siempre has contemplado.
La sangre nos despide cuando brota.

El cuerpo es un camino abandonado
que el alma esquiva como a la derrota
esquiva el brazo fuerte del soldado.


DATOS DE LA POETA: Indyra Lisi. Nacida en Camagüey (Cuba) en 1989, es una figura destacada en la joven poesía cubana. Forma parte de la Asociación Hermanos Saíz, que agrupa a jóvenes escritores y artistas en Cuba. Ha recibido múltiples galardones, entre ellos el Gran Premio del Concurso Internacional “Décima al filo” (2019), el Premio Nacional “Floresta Florida” de narrativa (2017), y reconocimientos por sus glosas y décimas.

En 2019 publica su primer libro, Pregúntale a Dios (Editorial Poesía eres tú), una obra que explora temas existenciales con métrica clásica —octosílabos y endecasílabos— en formas como la décima, reflejando técnica y compromiso vital. Su segundo cuaderno, La postura del solitario (Editorial Ácana, 2021), aborda la soledad, las relaciones humanas y la introspección.

COMENTARIO: Hoy toca despedirse del blog por este curso. Y como en todas las despedidas, algo se pierde, algo será pasto del olvido. Pero como sugiere el poema de la cubana Indyra Lisy, lo que se pierde es aquello que ya no tiene fuerza, lo que ha dejado de hacernos vibrar, temblar incluso. Lo perecedero se abandona porque no puede resistir el paso del tiempo. Pero hay algo que queda, que no se borra ni se disuelve: lo que arde, lo que es volcán, lo que nos sostiene.

Permanece la pasión por continuar el camino, pese al cansancio, pese a la incertidumbre o las dificultades. Permanece el amor, aunque a veces se silencie o se esconda, porque su raíz es más honda que el miedo. Permanece lo que no se puede destruir, lo que es fruto de una entrega profunda, lo que ha sido creado desde la conciencia y desde el corazón. Ese vuelo que no se rinde ante la fugacidad de los días ni ante la lógica de lo útil.

También permanece la palabra, como este poema que despide el curso: una palabra que piensa, que cuestiona, que se atreve a mirar más allá de lo inmediato. Una palabra que no se conforma. Esa palabra, como la que hemos intentado compartir semana a semana en este blog, también queda; queda como un intento de crear un lugar, o mejor, un no lugar, con el lenguaje, para que nos acoja, para que nos habite. Siempre hemos intentado en cada entrada que despertar algo en el otro, en el lector del blog: un pensamiento, una emoción, una pregunta que se queda dando vueltas por dentro y nos haga mejores incluso en la duda.

El curso termina, pero el deseo de seguir leyendo poesía, de seguir buscándola, no. Como la vida, la poesía es un camino que no se abandona del todo nunca. Porque incluso en sus pausas, en sus silencios, sigue diciendo, gritando. La poesía, como la vida, no se mide por su constancia, sino por su intensidad. Puede no estar presente cada día, puede que no siempre tengamos tiempo para leerla, escribirla o compartirla, pero cuando aparece (en un verso que recordamos, en una imagen que nos golpea, en una emoción que no sabíamos cómo nombrar) lo cambia todo, porque a veces, lo que nos falta es lo que más existe. La única forma de permanecer conectados, de recordar que hay otra manera de mirar, más bella, más auténtica, más humana. 

Aunque el calendario marque el final del curso, la poesía no obedece al reloj. Nos acompaña en verano, en la intimidad de un viaje o en el silencio de una madrugada. Se cuela en las canciones que escuchamos, en los paisajes que contemplamos o en los recuerdos que resurgen sin avisar. Y a veces, misteriosamente, cuando más la necesitamos, cuando más la echamos de menos, llega. Porque la poesía nos espera y nos encontrará donde estemos. Porque una vez que hemos aprendido a leer el mundo poéticamente, ya no hay marcha atrás. Cada gesto, cada detalle, cada encuentro será un poema nuevo. El curso acaba, sí. Pero la poesía, por suerte, no. 

Agradecemos a Indyra Lisi el esfuerzo por enviarnos su poema desde Cuba, no es fácil hacerlo bajo las circunstancias de la isla. En cualquier caso, como antes Theodoro Elsacca, Rafael Soler, Ángeles Peña, Laura Rodríguez, María José Murés, Antonio Jiménez Millán, Manuela Reina, Jesús Beades, Ana Isabel Alvea, Fernando Barbero, Rosario Cartes, María Dolores Almeyda, María Dacosta, Sergio Moreno, José María Higuera, Edurne Batanero, F Pastor Mata, Mavi Massaro, Antonia López Valera, Pilar Del Pozo, Isabel Martín Salinas, Gregorio Dávila De Tena, Paco Ramos, Fadir Delgado, Iván Oña, Lourdes Vicente, Carmen Canet, Laura Casielles, Begoña Cabezas, Francisco J Márquez, José Luis Ocaña, Ana Martínez Castillo, Marta Castaño, Alba Seoane, Maribel Domínguez, Pilar Alcalá, Isaac Páez, Marisa Peña, Lola Nieto, Ivonne Sánchez-Duarte en este curso, Indyra Lisi ya forma parte de LA VOZ DE LA POESÍA

Y, por último, gracias también a todas las personas que habéis estado al otro lado de la pantalla, leyendo, comentando, compartiendo cada semana las entradas. Gracias a ello, hoy, 29 de junio de 2025, somos 1232278 lectores. Ojalá que nos volvamos a encontrar en septiembre. Con nuevos poemas. Con más vida. Porque este blog no es solo un espacio escolar, se ha convertido cada vez más en un refugio, en una bitácora de lo que sentimos, una forma de resistir, de sentirnos libres, de mostrar nuestro lugar en el mundo.


ACTIVIDADES:

En esta ocasión no hay actividades, solo la tarea de ser un poco más feliz este verano, leer poesía o cualquier otro tipo de literatura y no olvidar nunca qué nos da vida y que camino no transitar y abandonar para siempre.



Comentarios

  1. Precioso poema para cerrar otra gran temporada. Ojalá PERMANEZCÁIS por mucho tiempo. Enhorabuena.

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