¿Y MI PARQUE...?



Es mi Parque
y nunca jugaré
esas flores rojas son de otros
mi Parque ya pasó.

La roja flor nueva
cierra mi camino
¡tiempo de mi vida sin Parque!

En mi mano brilla
la flor amarilla
de un tiempo de nostalgia.

Cuerpo sin sensaciones infantiles
perdido en no sé dónde.
Invernales ojos que el balanceo
de los árboles no vieron,
ya no quiero guantes ni bufandas,
¡todo pasó!

Labios que no besaron tus aguas
tierra que no tocó mis manos,
balanceos que no me balancearon,
amigos que no encontré.

Tiempo de mi vida sin Parque
¿dónde estás?
te he perdido.

 

DATOS DE LA POETA: María José Mures (Córdoba, 1970) Es poeta y  profesora especializada en Pedagogía Terapéutica y habilitada por Educación Infantil por la UNED. Tiene  un máster en logopedia en “Rehabilitación de los trastornos del lenguaje y el habla” por la Universidad Politécnica de Cataluña.

Desde pequeña se siente atraída por las letras, escribe su primer poema con doce años, poema que fue premiado en el Instituto en donde cursaba sus estudios. Ha ganado cuatro premios de poesía. Su producción poética y narrativa aparece en revistas nacionales como internacionales: Baquiana, Piedra del Molino, Alhucema, Quevedalia, Pan de trigo, Arique… Está incluida en el e-book de Registro Creativo XLVI de la Universidad de Montreal. También su poesía aparece en revistas digitales y blogs: El coloquio de los perros, Crear en Salamanca, Otro lunes… Y ha aparecido en muchas antologías poéticas de diversa índole.


Destacamos de su producción literaria: Antes del Amor (Ayuntamiento de Fernán Núñez); Zahorí, Leyendas, (Libro de relatos, Valencia); Cambalache (Torremozas, Madrid, 2005);
Primer Labio (Betania, Madrid, 2018).


COMENTARIO: Todos los niños y niñas, hasta hace poco, tienen un parque como referencia de su infancia. O, si somos algo mayores, una calle, un campo, un río, una era que puede relacionarse con el parque de la poeta. En el poema de esta semana, María José Mures explora la nostalgia por la infancia perdida, un tema recurrente en la poesía, donde el Parque se convierte en símbolo del Paraíso Perdido. Al igual que el otoño que se avecina evoca el paso del tiempo y la melancolía, el poema refleja el duelo por un tiempo pasado que ya no puede recuperarse. Las flores rojas son de otros, porque la mujer que escribe el poema, ya no es la niña que las contempla. Parece existir una distancia insalvable entre el presente y la infancia. Lo rojo se ha trocado ahora en una flor amarilla, que brilla en su mano, pero es solo un reflejo de un tiempo que ya no existe más que en su memoria. 

La vida adulta ha hecho que los ojos de la poeta ya no vean el balanceo de los árboles, ya no reconoce los juegos ni los momentos maravillosos vividos en el parque. Ya todo ha pasado. Ahora solo queda el intento de poner en palabras el duelo por esa etapa de la vida en la que la conexión con el mundo era más simple y directa, más auténtica, tal vez, más bella seguro. Sin embargo, algo está pasando delante de nuestros ojos al leer el poema de María José Mures.

Si lo pensamos, la poesía, la buena literatura, tiene esa peculiaridad de convertir un parque concreto, una experiencia individual, la de la autora, en una descripción exacta de lo que cualquier lector experimenta en su interior. No sabemos a qué parque se refiere. Pero todos los lectores del poema sabemos, después de leerlo, a qué calle, a qué campo, a qué río o a qué era se refiere. Todos tenemos ese lugar que representa la niñez y la felicidad perdida. Por eso la literatura y la poesía, las palabras, tienen ese poder de transportarnos a los lugares donde fuimos felices, aunque lo hagan de una forma melancólica. ¿Se puede ser feliz melancólicamente? El poema parece decirnos que sí, pues esa memoria de un tiempo mejor, aunque dolorosa, también nos conecta con lo que alguna vez fuimos y vivimos intensamente.

El poema de Mures sigue la tradición de la poesía que canta lo que se ha perdido, como bien señalaba Antonio Machado a su amada Guiomar. Sin embargo, en este caso, la poeta no le habla a un ser amado o a otro, sino a sí misma y a los lectores, compartiendo esa sensación de despojo. Al final, nos encontramos con una pregunta que queda en el aire: "¿Dónde estás? te he perdido", como si ese parque, esa infancia, ese paraíso, fueran irreversibles. Este poema no solo expresa una melancolía individual, sino una experiencia universal: la nostalgia por un tiempo que ya no volverá, que todos hemos sentido al mirar atrás y notar que los lugares de nuestra niñez ya no son los mismos. Y sin embargo, cómo no volver a ellos, a esos lugares y a esos momentos en que hemos sido felices: a los labios y al agua, a las manos y al barro, al balanceo y a los amigos... La poesía, no sirve para nada, pero al menos sí para ofrecer a los adictos a la nostalgia la posibilidad de no desengancharse del todo a su vida.

Agradecemos desde aquí a María José Mures su participación en nuestro blog y en La Voz de la Poesía. Sin la generosidad de poetas como ella, no sería posible mantener esta iniciativa.



ACTIVIDADES:

  • Inventa otro título posible para el poema de esta semana. Justifica tu elección.
  • Seguro que tienes un parque, una calle, un campo, un río, una era que sea importante en tu infancia. ¿Cuál es? Comparte con el resto del grupo una anécdota que haga de ese lugar algo único para ti.
  • Escucha este podcast:

O mira este vídeo.


¿Qué conclusiones puedes extraer de lo anterior? ¿Crees que los niños y niñas que no juegan en la calle serán más infelices que los que sí han jugado? ¿En qué sentido el tipo de sociedad en la que vivimos es responsable de lo que ocurre hoy en día?
  • Antonio Machado, uno de los poetas más importantes de la literatura española, escribió sobre muchos temas a lo largo de su vida: el paso del tiempo, la naturaleza, el amor y, sobre todo, la pérdida. Después de su muerte en 1939, cuando escapaba del horror de la Guerra Civil española y se refugiaba en Francia, su hermano José Machado encontró algo muy especial en su chaqueta: un pequeño trozo de papel arrugado con tres anotaciones que revelaban mucho sobre su vida interior.

La primera anotación era una famosa frase de Hamlet, la obra de teatro de Shakespeare: “Ser o no ser”. La segunda anotación es una corrección a uno de sus versos. Originalmente había escrito “te enviaré mi canción”, pero en el papel cambió “enviaré” por “daré”, dejándolo así: “Y te daré mi canción: / ‘Se canta lo que se pierde’, / con un papagayo verde / que la diga en tu balcón”. La tercera y última anotación es un verso que dice: “Estos días azules y este sol de la infancia”. Este verso es especialmente conmovedor y ha quedado como un emblema de su vida y su trágico final.

¿Qué creen que quería decir Machado con la frase "Se canta lo que se pierde"? ¿Qué emociones despierta la imagen de "estos días azules y este sol de la infancia"? ¿Cómo relacionan los versos de Machado con la idea de la nostalgia o el paso del tiempo? ¿Por qué suele cantarse o escribirse sobre lo que se ha perdido?

  • María José Murés nos ha traído dos poemas. Haz un Comentario sobre ADOLESCENCIA.
(Pincha para ampliar)


¿Puedes encontrar semejanzas entre ambos poemas? ¿Crees que la infancia es siempre un Paraíso Perdido?

  • ¿Qué significa para ti "adictos a la nostalgia"? ¿E qué sentido esa adicción es positiva y cuándo crees que es mejor liberarse de ella?

  • Te proponemos la siguiente actividad de Creatividad Literaria para intentar nombrar la felicidad de la infancia.
(Pincha para ampliar)


  • Te proponemos la siguiente actividad de Creatividad Literaria para intentar salvarte de la melancolía futura.

(Pincha para ampliar)

  • ¿Sirve para algo la poesía? Compruébalo con el siguiente material (pincha aquí).




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