ABOLIRSE



Se podría afirmar: yo soy mi cuerpo.

Sin embargo, si perdiera la pierna derecha en una batalla o huyendo de la batalla o más bien en un estúpido accidente doméstico, seguiría siendo yo.

También seguiría siéndolo si perdiera las dos piernas, o incluso todos mis miembros.¿Cuánto cuerpo tendría que perder para dejar de ser yo?

Quizás una mínima parte de mí representaría al resto por sinécdoque. O quizás mis restos me convertirían en otra.

Cortarte las uñas te modifica existencialmente.




DATOS DE LA POETAErika Martínez (Jaén, 1979) es doctora en Filología Hispánica y licenciada en Teoría de la Literatura. Actualmente ejerce como profesora en la Universidad de Granada. Como poeta, obtuvo el Premio de Poesía Joven Radio Nacional de España con su primer libro, Color carne (Pre-Textos, 2009). Su segundo poemario, El falso techo (Pre-Textos, 2013), fue elegido como uno de los cinco mejores del año por los críticos de El Cultural, siendo además, traducido al italiano. Su último libro es Chocar con algo (Pre-Textos, 2017). Como aforista ha publicado Lenguaraz (Pre-Textos 2011) y forma parte de las antologías Pensar lo breve (Trea, 2013), Bajo el signo de Atenea (Renacimiento, 2017) o Fuegos de palabras (Vandalia 2018).




COMENTARIO: ¿De dónde arranca un poema? ¿Por qué puede una poeta como Erika Martínez hacer poesía de algo tan antipoético, en principio, como cortarse las uñas? Una simple observación le sirve para convertir lo anecdótico, lo cotidiano, en alta poesía y profunda reflexión. Hay cierta frialdad en su composición, una descripción objetiva que revela aspectos subjetivos que podemos sospechar: la tarea de la mujer poeta que, rodeada de circunstancias adversas por su condición de mujer, no puede sino hacer poesía desde lo concreto, desde la inmediatez. En su Lenguaraz, la aforista dice: «Somos capaces de sentir con cada parte del cuerpo. Quisiéramos poder pensar de esa manera». Y, tal vez, en el poema de esta semana, este aforismo pueda servirnos para iluminar el poema. 

Es en esa corporeidad biológica, el ámbito desde donde se despliega el lenguaje -la poesía- y el pensamiento -la filosofía. Nuestro cuerpo piensa hacia afuera, por decirlo así. Creemos a menudo que pensamos y hablamos como si nuestro cuerpo fuera un mero receptáculo, pero, en cambio, según la neurociencia, el cerebro construye la realidad. Son las neuronas, los cambios físico-químicos, los que hacen que pensemos acerca de la libertad en el vuelo ajeno, o recordemos las vacaciones pasadas al notar el calor de octubre, o que derramemos una lágrima recordando el olor a tierra mojada. O incluso cuando soñamos: un sutil cambio en un conjunto de iones que residen en el líquido cefalorraquídeo, al cambiar las concentraciones de potasio, calcio, magnesio, etc., pueden hacer que lo que esté destinado a formar parte del sueño se experimente como la realidad en la vigilia (ya sean sueños por cumplir o pesadillas que nos desvelan). 

Por otro lado, tendemos a hablar del cuerpo como un todo, pero es muy complicado admitir que ese todo exista por sí mismo. La sinécdoque a la que se refiere Erika Martínez se puede poner en entredicho si atendemos a las partes de ese todo:¿Qué pensamos desde la oreja, de qué gritos huirían, qué silencio atesorarían? Si dejáramos hablar a nuestros pulmones, ¿qué alientos nos impulsaría, que compañía nos robaría el oxígeno para respirar? Si son nuestras manos las que toman la iniciativa, ¿qué caricias poblarían otros cuerpos, de qué memoria se apoderarían nuestros dedos? En nuestra garganta hay sabores que llegan hasta el tuétano, ¿de qué nos alimentaríamos si solo nos basáramos en su criterio? ¿Qué pensamos desde el corazón, qué desde las tripas? O, incluso: ¿qué soñamos cuando soñamos, queremos que ese sueño sea real, aunque pueda ser una pesadilla diaria?

Hay en la poesía de Erika Martínez una huida de lugares comunes. No basta la razón para adentrarse en la realidad, necesitamos admitir que la observación se realiza desde la razón poética. Una razón que es también intuitiva en parte, como un atajo para acertar con las palabras precisas, sin recurrir a la complejidad (cualquier alumno/a de la ESO entiende todas las palabras del poema, y, aunque no recuerde que figura es la sinécdoque, sí reconoce que debe saberlo, porque la profesora de lengua lo explicó en su momento). Y es curioso, porque en el poema de esta semana no hay sentencia que admitir, no hay una verdad a la que asentir, ni un dogma que aceptar acríticamente. Más bien se trata de comprender que el mero hecho de cortarnos las uñas, en ese acto íntimo, desprovisto de belleza, insulso y cotidiano, vulgar, incluso, cada uno de nosotros se interroga sobre su propia existencia. No es necesario emprender un viaje hacia Ítaca para enfrentarse a las grandes preguntas de la existencia: qué puedo conocer, qué debo hacer, qué me cabe esperar y, por tanto, quién soy.   Y eso tiene que ver con responder sincera y auténticamente con las preguntas lanzadas en el párrafo anterior. Las respuestas a cada una de las interrogaciones, escuchando al cuerpo, le corresponde al lector o lectora del poema. Pero las dudas sobre la propia vida se mantienen, porque quizás, la pregunta más acuciante no es sobre uno mismo, sino sobre qué hacer siendo uno mismo, siendo honestos con lo que pensamos, con lo que sentimos.

Agradecemos el envío del poema a Erika Martínez porque es la antesala de otra colaboración, además de con el Proyecto La Voz de la Poesía, también es la carta de presentación de nuestro IV Concurso de Microrrelatos: de la Imagen al Texto, del que en breve tendréis las bases disponibles del curso 2023/2024.


ACTIVIDADES:

  • Explica el título del poema. Piensa otro título posible. Explica tu elección.
  • Cread un debate en el aula con la siguiente pregunta: ¿Cuánto cuerpo tenemos que perder para dejar de ser nosotros mismos?
  • En el Comentario se alude a Ítaca. Lee el famoso poema de Kavafis aquí. Te proponemos realizar esta Actividad de Creatividad Literaria: Descubre tu Ítaca.


  • Inventa Barbarismos para las partes del cuerpo: oreja, garganta, manos, tripas, corazón, etc. 





Para Erika Martínez la poesía, el pensamiento, se aproxima lo máximo posible a la materialidad del cuerpo y por eso el último verso puede leerse como la cristalización de un aforismo. Te proponemos un juego: Del poema al aforismo. Elige un poema de este blog. Convierte el poema en un aforismo. Siguiendo las recomendaciones de la actividad anterior.


  • Si quieres usar este poema como un primer paso para seguir avanzando, no te pierdas esta Constelación a partir del poema de esta semana (pincha en la imagen). 



  • Si te ha gustado el poema, no te pierdas los siguientes:


La antipoesía tiene también a sus seguidores, entre ellos, Nicanor Parra parece la referencia en nuestra lengua. En este blog puedes leer Antirretrato, Y Cambios de nombre, al inicio de la andadura del blog.

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Comentarios

  1. Loreto Puente López15 de octubre de 2023, 18:40

    Genial propuesta como siempre 😜

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  2. Me ha recordado a la película Johnny cogió su fusil 1971. Novela de Faltón Trumbo. No se muy bien el motivo.
    También se puede hacer el mismo ejercicio que propone el poema con nuestra parte metal (los pensamientos, las emociones, los sentimientos, nuestra mirada )cuanto de todo eso podemos ir dejando atrás y seguir siendo el mismo o ser otro y no darnos cuenta .
    Y cuanto de nosotros perdemos o conservamos cuando la cirugía estética modela nuestros gestos .
    Incluso con la edad pasa que hay veces que te ves y no te reconoces ,surgiendo la pregunta Soy yo o este es ya otro?
    Creo que esta cuestión del saber quien somos y como nos podemos librar o no de nosotros mismos es lo más difícil que podemos plantearnos
    Ya no soy yo
    Pero sigo siendo
    el mismo.

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