ME DUELE EL LÁPIZ
Al principio fue el silencio.
Al final,
también.
El lápiz
borra hoy el tiempo
que fue ayer.
La vida desdibuja el aire.
Me duele el lápiz
cada vez que escribo
para negarle el olvido
a mi memoria.
mientras tanto
unas manos
dejando huérfano de botón al ojal
la demencia balbuceando
gargantas yermas
los músculos de cera
tensando el alambre
un beso sobrevolando un vacío
entre ausentes
el baile con la torpeza de los pies
la fecha amarilleada
el pintalabios de rojo cuarteado
la batería de andadores
el desfile de las cuatro ruedas
las babas de gelatina
el eco de las toses
la cuchara anónima
la mirada seca
la sonrisa mueca
Aquellos días con otras madres
muy mías,
todas frente al espejo
de las certezas rotas. Y
el silencio de vuestra dignidad.
Más prieta que nunca.
Al principio y
al final.
También.
COMENTARIO: Una sacudida. Hay poemas que van directo al estómago, aunque el envite sea mediante palabras. Las palabras hacen cosas, no podemos olvidar esto. La poesía no se ha creado para embellecer la realidad, no es esa su única función, al menos. Hay una poesía del desamparo, que nos empuja a la intemperie, como el título del poemario del que está extraído el poema de esta semana. Una poesía dura, como la vida misma, que nos enfrenta al dolor y a la pérdida sin disimulo.
La poesía nos puede llevar a momentos y lugares muy distintos. Por ejemplo, leyendo este poema en clase, el alumnado adolescente se transporta a un tiempo lejano -la vejez- y a un lugar poco habitual para los jóvenes -¿una Residencia de ancianos?-. Nos parece esencial este ejercicio para ellos y ellas, porque el deterioro, la memoria que se borra, los cuerpos que se apagan quedan fuera de su horizonte vital y, sin embargo, les rodea lo sepan o no. Leer y reconocer que el lápiz, la escritura y la poesía están para ayudarles en esa tarea a la que lo enfrentamos es un acierto también. La literatura, queridos alumnos y alumnas, es un intento de retener lo que se escapa, aunque el paso del tiempo lo deshilache todo finalmente. Es cierto que en el poema la sucesión de imágenes –manos, demencia, besos sobre vacíos, las manos despojadas de un botón, la batería de andadores– construye un paisaje de soledad y abandono, de derrota incluso. Esto es así, porque no se trata de ocultar las heridas, sino de mostrarlas con las palabras exactas, para reconocernos en ellas, comprendiendo que en la fragilidad y el dolor también habita una verdad fundamental: haber vivido, haber leído, que no es poco.
Leyendo el poema de Lourdes Vicente, no podemos dejar de preguntarnos: ¿qué recordaremos antes de que todo se lo lleve la demencia senil, el alzheimer, la muerte y el olvido que conlleva? Los traumas, el dolor, las decepciones tendrán un lugar privilegiado, porque cuando se rompe el alma o te destrozan el corazón, la memoria no retrocede ni un milímetro tampoco. Pero también tendrá su espacio, antes de que todo se acabe en el último suspiro de conciencia, los momentos maravillosos que nos hicieron vibrar, en los que sentimos que el mundo tenía sentido, porque la alegría y la felicidad, a veces, fueron nuestras aliadas. Lo que se amó apasionadamente, lo que nos hizo ser lo mejor de nosotros mismos, tampoco se olvida. La pasión derramada, como agua que corre por la garganta, permanecerá un momento antes de que todo sea polvo y fin inevitable también, como dice el poema.
El poema nos plantea una paradoja fundamental: al principio y al final, todo parece sumido en un silencio abismal, una quietud que refleja el misterio y la inevitabilidad del comienzo y la culminación de la existencia. Sin embargo, lejos de resignarnos a ese silencio, la poesía nos enseña que debemos romperlo. Nos insta a gritar, a no ser cobardes y a no ocultar aquello que nos da vida, lo que nos impulsa a sentir, a amar y a expresarnos sin miedo. Es esa la dignidad que reclama el poema también para nuestros mayores y para cualquiera de nosotros, tengamos la edad que tengamos.
Agradecemos la paciencia y la generosidad de Lourdes Vicente con nuestro blog. Ya forma parte de La Voz de la Poesía, que no deja de crecer cada semana con propuestas tan radicales y necesarias como la de ella.
Completamos esta entrada con la colaboración de Nosotras: mujeres y poetas, que coordina Olga RT.
ACTIVIDADES:
- Inventa otro título posible para el poema. Justifica tu elección.
- El inicio del poema es un verso que se contrapone a un versículo de la Biblia: Al inicio fue la Palabra, o el Verbo... Haz una comparativa entre ambas posturas. ¿Qué consecuencias tiene afirmar una cosa u otra?
- De las imágenes que aparecen en el poema, ¿cuáles te parecen más duras? Explica tu elección.
- ¿Crees qué los jóvenes están apartados de la realidad de muchos ancianos, que no sean sus familiares, claro?
- ¿Crees que se puede hacer algo desde los centros educativos para ayudar a las personas mayores? Conoce nuestro proyecto LA VOZ A TI DEBIDA antes de contestar. Prueba su servicio desde aquí.
- El poema de Lourdes Vicente tiene muchas imágenes que pueden servir para hacer video-poemas o un Poecómic. Realiza algunas de estas posibilidades.
- La palabras hacen cosas. La autora cuando narra también lo sabe, como podemos ver en estas imágenes.
Es decir, que podemos hacer actividades que tengan que ver con acciones poéticas. Os dejamos algunas.
- En este blog existen algunos poemas sobre el tema del olvido. Busca poemas desde la lupa de arriba que tengan que ver con el olvido o pincha aquí directamente. Elige uno que te haya llamado la atención y justifica tu elección.
- Relaciona el poema elegido por Olga RT con el de Lourdes Vicente. ¿En qué se parecen, en qué se diferencian? ¿En qué sentido se complementan?
- Deja un comentario más abajo si te apetece.
Comentarios
Publicar un comentario